IGLESIA CATÓLICA

 

A partir del año 342, poco después de hacerse el cristianismo religión del Imperio Romano (lo que ocurrió en el 313), los actos homosexuales se empezaron a castigar con la pena de muerte. Sin embargo, durante los 800 años siguientes, los actos homosexuales, se consideraron un vicio menor, atribuidos a una lujuría excesiva. No obstante, durante el siglo XIII la homofobia en intensificó, cuando la sodomía era considerada una herejía, y los gobiernos empezaron a aprobar leyes para castigarla severamente. Este fervor homofóbico tuvo su éxtasis desde 1478 hasta 1778 cuando la Inquisición condenó a muerte a los homosexuales en España y sus colonias.

Algunas de sus victimas fueron Jeronimpo de Bergamo, Alessandra Fiorentina y Madonna Caterina, colgados y quemados por homosexualidad el 22 de diciembre de 1557; Gabriello di Thomaien, quemado vivo por homosexualidad el 8 de febrero de 1559; y 13 herejes más un alemán de Augusta, acusados de homosexualidad, quemados vivos el 17 de febrero de 1559.

Entre 1566 y 1775 en el tribunal de la Santa Inquisición en Valencia se procesaron por sodomía 359 personas, de las cuales solo 62 fueron absueltas. Los castigos incluían multas, arrestos, azotes, reclusión, trabajos forzados y la condena a las galeras. Siendo este último el que más frecuentemente se aplicó.

Definitivamente de no haber sido por el contrapeso histórico de la Ilustración, la declaración de los derechos del hombre, el laicismo y el secularismo subsiguiente, la Iglesia Católica aún tendría las fauces y las garras rojas con la sangre de sus contradictores, y seguiría quemando homosexuales, porque ya no hay barcos galeras impulsados por remos.

La construcción de una sociedad respetuosa con todas las minorías lleva ineludiblemente por la construcción de una sociedad laica y democrática. La religión, o mejor, todas las religiones, deben quedar en la esfera personal, sin influencia legislativa, a fin de que la discriminación y la homofobia pueda superarse definitivamente.

Yesyd Rodríguez