DISCURSO NAZI sobre la homosexualidad:

pronunciado
el 18 de febrero de 1937


"Si admito que hay de uno a dos millones de homosexuales eso significa que un 7 u 8% de los hombres son homosexuales. Y si la situación no cambia, significa que nuestro pueblo será infectado por esta enfermedad contagiosa. 


A largo plazo, ningún pueblo podría resistir a tal perturbación de su vida y su equilibrio sexual... Un pueblo de raza noble que tiene muy pocos niños posee un billete para el más allá: no tendrá ninguna importancia dentro de cincuenta o cien años, y dentro de doscientos o quinientos años estará muerto. 


La homosexualidad hace encallar todo rendimiento, destruye todo sistema basado en el rendimiento. Y a esto se añade el hecho de que un homosexual es un hombre radicalmente enfermo en el plano psíquico. Es débil y se muestra flojo en todos los casos decisivos... 


Nosotros debemos comprender que si este vicio continua expandiéndose en Alemania sin que lo combatamos, será el final de Alemania, el fin del mundo germánico."


"Hay que abatir esta peste mediante la muerte"

 

 

La sobrevivencia del nazismo


¿Existe alguna explicación para tamaña crueldad?

Difícil de decir, ya que esta misma crueldad era una patología nazi aplicada indiscriminadamente en contra de judíos, gitanos, minusválidos, comunistas y gays (es decir, contra todos los «seres inferiores» y los enemigos de la raza aria). Pero si la crueldad no tenía explicación, sí había una para la decisión política de condenar a la homosexualidad.

El sinuoso Himmler, mandamás de las aterradoras SS, resume el discurso nazi de una manera simple y sagaz.

«Una nación con muchos niños puede ganar supremacía y control sobre el mundo. Una raza pura con pocos niños, ya tiene un pie en la tumba; en cincuenta o cien años no será de ninguna significancia; en doscientos años estará extinta. Es esencial entender que si permitimos que esta infección (la homosexualidad) continúe en Alemania sin ser hábiles para combatirla, será el fin de Alemania y del mundo alemán».


En palabras de Hitler, el resultado inmediato de este "vicio" era "que la pasión innatural podía convertirse raudamente en la dominadora de las relaciones públicas si se permitía que se expandiera libremente".


Tremenda e irónica afirmación, desde el mismo momento en que el propio Hitler era consciente de que había sido llevado al poder por un conspicuo y poderoso gay: Ernst Rohm, fundador de las tristemente célebres "camisas pardas", las fuerzas de choque del nazismo.

 

¿Homosexualismo militante nazi?

Los que minimizan el holocausto gay suelen argüir que la hecatombe homosexual es un invento de algunos grupos gays. Por un lado afirman muchos de los acusados de homosexualismo eran sólo enemigos políticos acusados falsamente; por otro lado, agregan, es contradictorio mostrar a los nazis como asesinos de gays cuando ellos mismos eran homosexuales en potencia. Como muestra de ello citan las infinitas violaciones cometidas por las SS en contra de los presos masculinos que portaban el triángulo rosado (y aún de los que no lo portaban).


En realidad, muchos jerarcas nazis eran homosexuales o bisexuales muy conocidos, como Rudolph Hess (hombre de confianza de Hitler), Hans Frank (ministro de Justicia) o el ya citado Ernst Rohm (vistoso por reclutar homosexuales para su staff de camisas pardas); más aún, Hitler tuvo muchos problemas para desarraigar de las Juventudes Hitlerianas el mote de Juventud Homo que le había otorgado la opinión pública. Sin embargo, todo ello no deslegitima la actitud política y dogmática adoptada por el nazismo en contra de la población homosexual... aunque ésta se cebara únicamente sobre los gays políticamente incorrectos o los indefensos individuos particulares, carentes de cualquier apoyo del partido.


El Parágrafo 175, aplicado con rigor luego de la Noche de los Cuchillos Largos, no dejaba lugar a dudas: no sólo las relaciones sexuales, incluso un beso, un abrazo ¡y aun fantasías homosexuales! eran castigadas drásticamente [...]